Tratamiento de los Trastornos Disociativos

Los primeros abordajes del tratamiento de los TD incidían en procesar los elementos traumáticos. Con el tiempo se fue viendo que muchos pacientes se descompensaban presentando crisis y autoagresiones al empezar con este trabajo, por lo que cada vez se fue haciendo más evidente que era necesaria una etapa previa de estabilización y de establecer seguridad, que a día de hoy se considera una etapa fundamental del tratamiento de estos pacientes (Guías clínicas ISSD, 2005). Algunos autores (Boon, 1997) afirman incluso que muchos pacientes no podrán pasar de esta etapa y que en no pocos casos no estará indicado trabajar directamente con los recuerdos traumáticos.

El esquema de tratamiento de los trastornos disociativos, al tratarse de cuadros de origen postraumático, seguirá las líneas de tratamiento del trauma definidas por Herman (1992). Habrá una primera fase de estabilización, luego un procesamiento de los recuerdos y una tercera fase de reconexión. En la primera etapa nos ocuparemos de fortalecer y estabilizar al paciente. Sólo después entraremos en el trabajo con el trauma propiamente dicho. Y finalmente podremos dedicarnos a la reintegración de la personalidad y la recuperación de la funcionalidad interpersonal y social.

En estas etapas iniciales debe ponerse el énfasis en establecer una buena alianza terapéutica y educar a los pacientes acerca de sus problemas y sobre el proceso del tratamiento. Para que la terapia evolucione de una forma estable y para conseguir una buena evolución es crucial mantener un marco terapéutico sólido y un entorno capaz de contener. Estos pacientes, al igual que otros que padecen un estrés postraumático complejo, presentan muchas conductas autodestructivas que amenazan su seguridad y que deben ser abordadas y neutralizadas desde el principio (Guías clínicas ISSTD, 2005).

El objetivo final del tratamiento es la Integración, aunque existe debate en torno a este punto y se sabe no todos los pacientes con TID serán capaces de integrar sus recuerdos traumáticos (Boon, 1997). Sin embargo la opinión mayoritaria es que debe tenderse a buscar un funcionamiento integrado del paciente.

En esta fase los pacientes obtienen ganancias adicionales en coordinación e integración interna. Generalmente empiezan a conseguir un sentido más sólido y estable de cómo son y de cómo relacionarse con los otros y con el mundo exterior. Las identidades se irán fusionando y mejorando su funcionamiento de un modo más unificado. Se va adquiriendo una visión también más unificada de la historia traumática, desarrollan un sentido más coherente de su propia historia y pueden afrontar de modo más efectivo los problemas actuales. Su energía deja de focalizarse en el pasado para centrarse en el presente. (Guías clínicas ISSTD, 2005).